jueves

CAPITULO III




El nuevo día amaneció y se hizo largo y tenso. Los guerreros iban y venían preparando sus armas. Mientras, las mujeres y los niños, se preparaban para levantar el campamento con sólo recibir la orden. Aún no se tenían noticias de los Ancianos que pasaron la noche entre salmodias y ayunos, en el teppee del Consejo, sin salir siquiera para estirar las piernas, escuchándose sólo el canto agudo del brujo pidiendo la inspiración de los Antiguos.
¡Oh, Gran Manitú! Ayúdanos a ver con claridad el bien de nuestro pueblo. Pues si le llevamos a la batalla podemos ser exterminados y nadie honrará a los Antepasados, pero si no lo hacemos, moriremos de hambre, frio y pena por dejar nuestros lugares sagrados.
Así, poco a poco, fue pasando el tiempo, se hizo la tarde y después llegó la noche y cuando la Luna empezó a bañar el poblado, una larga figura se fue perfilando mientras bajaba de la montaña.
Lentamente, con su caballo al paso, se acercó al poblado. Sus guerreros al verle, empezaron a montar a su paso y desde la falda de la montaña le acompañaron hasta la puerta del Consejo, haciéndole un pasillo y con las armas en alto.
Al llegar a las primeras filas se levantó un griterío infernal y de pronto, todos enmudecieron.
Fue tal el silencio, que hasta el viento dejó de soplar, Alce Veloz iba pasando lentamente con su caballo por entre las dos filas de rostros sorprendidos.
Y todos pudieron comprobar que no parecía el mismo, su aspecto había cambiado, su transformación era increíble; todo su cuerpo estaba completamente rojo, su cara tenía una mueca fría cómo el hielo de las cumbres, y al verle, a todos se les vino a la cabeza una antigua leyenda india que se narraba de generación en generación a la luz de las hogueras.
“…Vendrá de las montañas un guerrero rojo y liberará a la Nación Lakota de todos sus enemigos….. Dios castigaría a los rostros pálidos, los muertos resucitarían y volvería el bisonte: baila durante cuatro noches seguidas... no debes herir a nadie... cuando la tierra tiemble no te asustes, no te pasará nada.”
En ese momento salieron los Ancianos del Consejo y, al verle, no tuvieron ninguna duda.

Se acercó a él, Fuego al Viento y le dijo:
_No hemos llegado a ningún acuerdo; dejamos la decisión en tus manos y que el Gran Espíritu guie tus pasos.
Entonces se dio la vuelta y se encaró a sus hombres. Y con estas palabras les dijo:
_Encended las hogueras y que los tambores suenen toda la noche y mandad mensajeros a todas las tribus, convocándoles a un Gran Consejo cuando pasen tres Lunas, la reunión será en la pradera de los Bisontes Blancos. De aquí en adelante ya no me conoceréis por mi nombre Alce Veloz, los Espíritus de los Ancianos me han llamado Guerrero de Fuego. Estad preparados al amanecer para partir.
Y diciendo estas palabras se metió en su teppee donde le esperaba su mujer Luna Hermosa, que se abalanzó en sus brazos sin tener en cuenta el color de su piel ni la expresión de su cara. A la dulce caricia contestó con toda la ternura de que era capaz. Luego con suavidad la apartó de si para comunicarle los acontecimientos últimos que habían ocurrido afuera. Ella le escuchó ensimismada y cuando terminó de hablar se echó a llorar amargamente porque comprendió que estaba perdiendo a su marido y ese hombre que estaba frente a ella acababa de entrar en el mundo de la leyenda en esa misma noche y ella lo había perdido para siempre cómo hombre y padre de sus hijos. Él, al verla llorar, la abrazó dulcemente y se la llevó al lecho y la transportó a otro mundo más dulce y más grato para una mujer. Mientras tanto, en el exterior, decenas de fuegos estaban encendidos y los tambores retumbaban por todo el valle. Al tiempo, salían jinetes hacia los cuatro puntos cardinales y con sus veloces corceles recorrerían montañas y valles para llevar a todas las tribus las palabras de su Jefe para la Gran Reunión de las Naciones Indias. Al norte salía Águila Negra que iba a visitar a las tribus Kiowa. Hacia el Sur Perro Grande que se reuniría con los Apaches. Hacia el Este partió Pequeño Cuervo al encuentro con los Pies Negros y hacia el Oeste, Flecha Larga que se reuniría con los Chiricahua.

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