jueves

aclaraciones y agradecimientos



###Es la Ghost Dance o Danza de los Espíritus, la desesperada protesta «mesiánica» que promete la resurrección de los muertos y el triunfo final sobre el hombre blanco, produciendo inquietud en los colonos que continúan viviendo en contacto con los nativos. Les asusta ese convulsivo orgullo, esas tremendas ganas de revancha que vislumbran en los ritos y en las danzas. Pronto aquel miedo se convertirá en psicosis colectiva ante la violenta revuelta y pronto se propagará sobre todo en los estados del medio oeste, donde se encuentran la mayoría de las reservas. Con la miopía y la rigidez que siempre ha caracterizado la acción gubernamental hacia los indios, se da la orden de capturar a Toro Sentado, en la creencia de que el viejo y carismático cabeza de los sioux pudiera ser uno de los Jefes de la Danza de los Espíritus. En realidad Toro Sentado no tiene ningún cargo relevante en el milenario movimiento inicia do por, pero de todos modos se decide igualmente proceder contra él para demostrar la firmeza de la respuesta del gobierno.
Es el 15 de diciembre de 1890. De madrugada los agentes de la policía india de Fort Yates irrumpen en la habitación del gran jefe y golpeándole indiscriminadamente le obligan a abandonar su estancia. Los guerreros más fieles, indignados por el trato recibido por Toro Sentado, intentan liberarle. Surge el enfrentamiento. Algunos proyectiles alcanzan la espalda del gran jefe matándole en el acto. Más tarde, con Caballo Loco, asesinado a traición y enterrado con el mismo desprecio con el que se da sepultura al peor de los criminales, se pierde a otro de los grandes protagonistas de la victoria de Little Big Horn.
La noticia se propaga en las cercanas reservas de Standing Rock y Pine Ridge, con la rapidez del rayo, provocando en los indios una extraña mezcla de cólera y miedo. La tensión va aumentando día a día. Disturbios y luchas aisladas causan la muerte de varias personas. Sin dilación, llegan divisiones del ejército a las fronteras de la reserva, con órdenes confusas, Washington duda del posicionamiento ante la situación. La muerte de Toro Sentado ha sido como una repentina tormenta que ha roto el ya precario equilibrio en las comunidades nativas.
Algunos jefes plantean volver a coger las armas en contra de los blancos, otros prefieren dialogar directamente con el ejército para evitar que la situación degenere en tragedia. Otros temen la acción militar.
Entre estos últimos está Big Foot, pacífico defensor de la convivencia con los blancos, jefe de una pequeña comunidad Hunkpapa. Ante el peligro de que el ejército les detenga, Big Foot organiza la salida hacia la reserva de Pine Ridge para quedar bajo la protección de Nube Roja.
El 25 de diciembre, los 250 miembros de la banda de Big Foot empiezan el recorrido de 840 km que separan su campamento de la reserva. Hace frío y un viento helado tortura a los sioux que, el 28 de diciembre llegan agotados a los límites de Pine Ridge. Son rápidamente descubiertos por una unidad de caballería. Les obligan a parase y acampar en un lugar previamente determinado para asegurar su control, los indios obedecen.
La mañana del 29 el campamento se despierta rodeado por unidades del 7º regimiento. Al mando esta el coronel Foryth, un arrogante y obcecado oficial, digno sucesor del coronel Custer (el anterior jefe). De pronto los soldados invaden los teppees para buscar las armas, obligando a los indios a que les entreguen todos sus fusiles. A pesar de que las órdenes son cumplidas, los militares, pareciendo no haberse quedado satisfechos, ofenden a los ancianos, insultan a las mujeres y realizan cacheos abusivos, procediendo sin contemplaciones. La rabia de los indios es palpable y es justo una respuesta a estas provocaciones lo que andan buscando los soldados y sobre todo su jefe.
EL ECO DE UN DISPARO EN EL AIRE FRÍO DE AQUELLA MAÑANA FUE LA CHISPA QUE DIO COMIENZO A LA TRAGEDIA
Como por una señal convenida, los soldados apoyados también por la artillería colocada previamente en la colina, empiezan a disparar a discreción sobre los indios. Es una masacre: cogidos por sorpresa, los sioux no tienen tiempo ni armas para reaccionar. Los fusiles y las granadas no perdonan a nadie. Bajo el grito de «acordaos de Custer» y «venganza al 7º » los soldados masacran a todos los que están a tiro. Mujeres y niños son degollados mientras los pocos guerreros intentan reaccionar con la fuerza de la desesperación. Pero todo resulta inútil, los soldados están como locos y solamente dejarán de disparar cuando no quede ni uno solo en pie. Entre las nieves rojas de sangre, quedan los cuerpos destrozados de 200 indios (jamás se sabrá el número exacto) y 29 soldados, la mayoría muertos por los disparos de sus propios compañeros. Los cadáveres de los sioux quedan abandonados en la nieve. Serán fotografiados solo algunos días más tarde. Su imagen quedará como el trágico emblema de la Nación Lakota.
Los heridos, más de cincuenta, fueron amontonados en la pequeña iglesia episcopal de Pine Ridge. Hacía solo 4 días que había pasado la navidad y sobre el púlpito seguía colocada la frase:
«PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD»####
Artículo aparecido en la revista Italiana TEPPEE. Traducido por Silvia

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Todos los textos en cursiva, son citas dichas por los propios personajes basados en jefes reales. Aunque no siempre de la misma época.
Lo escrito y enmarcado entre ** es una colaboración especial de mi querido amigo Diego Javier Oruña, a quien doy públicamente las gracias por permitirme utilizar tan bello texto.
Esta obra fue comenzada a escribir entre mi compañero Julián López, y yo misma, quien me dejó desarrollar mi imaginación hasta la finalización de la obra. Gracias por aportar la idea y colaborar en los primeros capítulos y cederlos para mí.

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