Ella fue reclamada
recién estrenada su existencia
cuando el amor se gestaba
en su morada.
Le arrojó con acritud,
Quiso evitarle el oprobio,
la aflicción en sus entrañas.
Le rechazó en el tálamo de muerte.
Hoy le aguarda con ternura
al otro lado de la Estigia laguna
Esperando besarle nuevamente
con la vehemencia
que no desvaneció la distancia.
Él ya es un anciano,
ella preserva la tersura en sus mejillas,
la vida no pasó por su mirada,
que le observa con ojos de muchacha.
A Mari Carmen y Teo,
quienes hoy se han reencontrado
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