Mis andalias
iniciaron la senda,
más la traición
no fue mía.
La ira de los sigilos,
el dolor de la ausencia
que se desliza
entre el viento
y la hoja que cae
a la tierra
llenando ese espacio
de soledad y mudez.
Entre un hoy y un mañana
entramos en esa
cárcel de silencio
que saturó
nuestros sueños
dejando a la
vida huérfana
de amor y deseo.
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