
Somos dos extraños
compartiendo destierro,
en un instante
nos inventamos
besando nuestras bocas
con frenesí.
Nos entregamos,
y reincidimos
en la hora incierta
de la ardiente tarde.
Consumamos el amor
y encubrimos un adiós.
Tú,
en tu mundo
de quimeras,
yo,
en el mío
sórdido
de la evidencia.
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