
Con tus dedos
abres sendas
por mi piel
levantando tormentas,
amainando zozobras,
despertando
sensaciones
ya olvidadas.
En éste cálido verano
en el que todo
encuentra su lugar preciso.
Los campos verdes
amarillean.
Las aves vuelan
risueñas
y tú y yo,
navegamos mares
y desiertos
para iniciar,
de nuevo,
las olvidadas sendas
de nuestra piel.
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