Nacen cerezos. De nuevo nacen lejos ausentes de ti, de mí, aunque yo los veo pero están ausentes o la ausente soy yo, vete a saber. Nada es más complicado que la ausencia, tu ausencia y mi ausencia presente. Pero qué puedo decir de la ausencia si la nombro y viene. Me envuelve con sus frígidos brazos, amorosamente fría. Y ardiente la respondo que mis miembros cargan las pasiones, aquellas que no nos entregamos esas que quedaron huérfanas de ti, huérfanas de mi y de nuestros brazos.
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