Quiero invadirte.
Rendir la armadura de tu ropaje
y lamer tu piel,
deslizar mis manos dulcemente
por cimas y quebradas ,
asediar tu boca y comerla con ansia.
Y en el paroxismo de la contienda,
aprehender tu sexo
hasta la más imperiosa capitulación.
Y ahí ofrecerme íntegra
para que cohabites
mis oquedades de pasión
y ser sojuzgada entonces.
Así yaceremos victoriosos
ambos,
los dos vencidos
por los regimientos del deleite.
© Maite
Martín-Camuñas
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