Desgasto
las baldosas del piso
en este ir
interminable,
con
deambular apático,
me concede huir
del desarraigo.
Mientras la
mente
vuela libre
a lugares
inaccesibles
donde los sujetos
habitamos
en jaulas
mientras
el resto de
las criaturas
vienen a
mofarse
ya que el
más humilde
y pequeño
de los organismos
cogió el
látigo del domador.
Aislada del
mundo
por la
atronadora música
que brota
incansable
de mis
auriculares.
Entre tanto
mi mente gira
en la
vorágine huracanada
de
recuerdos confusos,
mis alas de
mariposa
quedan
rotas
al pie de
esa montaña lejana
o
sobre ese
mar
tejido de
blanca espuma
y azul
añil.
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