sábado

EL PINO Y EL GORRIÓN



A la vera del sendero,

un enorme pinus se erguía.

Atesoraba entre su

frondosa enramada

la morada de un gorrión,

que entre sus acículas

se laceraba sus plumas y

el corazón hondamente

porque el amor no llegaba

a su morada precisa.

Solo en el bosque lloraba

de tristeza y soledad.

Más pasó por su vereda

un furtivo cazador

que acechaba a unos corzos

ocultos en la espesura

y al escuchar el trinar

del avecilla cantora

se quedó tan conmovido

que se olvidó de su presa

y  consoló al afligido.


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