Después de
desandar lo ya andado,
de recorrer la
senda en dirección al principio,
me hallo sumida
en el destierro del olvido,
cara a cara
con la nada.
Con la
ausencia de caricias vagas,
de besos
arracimados y confusos,
sin la
esperanza dibujada,
ni siquiera el
esbozo primero que haría un niño.
Aquí clamo a
los cielos ¡Cielos!
Esos de los
que siempre abomino.
Esos en los
que no creo y sin esperanza clamo,
no espero
respuesta cierta,
solo encontrar
el fin de esta senda.
Cansada de
recorrerla en direcciones convexas
distorsionadas
por la pena,
bruna pena del
camino silencioso,
sin rezos ni
artificios, con la soledad más pura
más negra y
cobarde que haya sobre la tierra.
Nada pido a
nadie, ya no merece la pena.
Sólo dejar de
recorrer los recuerdos,
las ansias,
los deseos, las ternuras
¿ternuras?
Casi no lo
recuerdo…..
Sólo la
senda…otra vez la senda….
Ya no quedan
huellas de tus pasos.
Sin embargo
siento tu hálito cerca,
recuerdo tus
besos,
húmedos besos de ternura ciega.
Cierro los
ojos y veo tu dulce mirada, tan mía
y tan
lejana….
Te busco y vuelvo a comenzar.
Mis andalias
desgastadas,
mis pies
rotos, ensangrentados por las piedras
que me
desgastan,
se me clavan
como los recuerdos,
las horas que
paso caminado son infinitas,
como infinitas
son mis noches sin tu presencia.
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