Maldito embustero
aquel a quien creí sincero.
Yo que parí a mis hijos
tras nueve meses
y los llevé de mi mano
desde la cuna a la madurez.
Yo que
desafié a cielo e infierno
por un amor de contrabando.
Yo que ame pese al dolor.
Yo que malviví
sin tus besos
por desafiar tu boca.
Y me espetaste a la cara
que nada acabo de cuanto empiezo.
¿Pues no acabé acaso
con esta historia
de amor malhadada?
Un tenue velo
oscurece esos pensamientos,
ya suena la música
que me arrastra a la vigilia,
ya es hora de olvidar los recuerdos,
los gratos,
y esos otros,
que tú y yo sabemos.
Hoy eres polvo en mi historia
y el viento sopla…
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