
Pudiera
ser,
que
los arboles
se
cubrieran de rubor
al
vernos transitar por la fronda.
Pudiera
ser,
que
al verme,
con
mi vestido de domingo,
con
la alegría en el espíritu,
otra
vez me amara el cosmos.
Pudiera
ser.
Pudiera
ser que existiera un mañana.
Pudiera
ser que cabalgara
la
esperanza
en
las copas de los altos álamos,
pudiera
ser.
Pudiera
ser que existiera
otra
casualidad,
otro
hálito,
en
esta cara de muchacha
ataviada
con las arrugas del tiempo.
Pudiera
ser.
Que
mis alas rotas
alcanzaran
a
elevar de nuevo el vuelo
hacia
el Arco Iris.
Pudiera
ser.