
Nosotros no habitamos
en las hojas
de los calendarios,
nuestra sombra
no es un susurro
ni vaga por entre las olas
las tardes de verano.
En la fuente umbría
flotaba el fulgor
alígero
de los altos pinos.
Y la estela efímera
de la luna
peinaba en mi pelo
el paso inexorable
de los inviernos.
No, nosotros
no habitamos
en las hojas
de los candelarios.
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