Consiste en que puedo
Mi historia encuentro,
Pero qué palabras quiero
No en coherencia
Ni hilarlas
Porque no.
Consiste en que puedo
Mi historia encuentro,
Pero qué palabras quiero
No en coherencia
Ni hilarlas
Porque no.
Obras completas de Pablo Neruda
Tres fueron. Tres que formaron mi manera de pensar, sentir, expresar, ese mundo que llevo dentro desde antes de saber decir “mamá”.
Esos que me permitieron descubrir que no estoy sola, que al otro lado de la oscuridad viven seres que se expresan tal y como lo concibo yo. Claro que su calidad, su excelencia, no será nunca la mía, pero en el estante de mi salón en el que conviven ellos y mi pequeño libro de color discreto e igual de importante. Conviven y se arropan los unos a los otros en igualdad y fraternidad. Allí permanecen juntos, Neruda, Lorca y Bécquer y mis “Madrugadas de ausencia” en perfecta armonía y confraternidad. Hablando la lengua común a todos, el idioma de la poesía
Bajo tu refugio
umbroso
transita el agua mansa.
En el nítido azul del cielo
pasa la garza volando
percibiendo el rumoroso
éxodo del agua
que va saltando
de guijarro en guijarro
en el sendero que enfrenta el río.
Los sauces le besan en su camino,
acariciando su húmeda frente
con su frondosas ramas.
Las mariposas gozosas
danzan entre las brillantes gotas.
De los nenúfares, saltan las ranas
brillando al sol del estío.
Las libélulas cabriolean
entre juncos y jaras;
la araña aguarda,
agazapada en su tela,
a la mosca distraída.
La niña,
en el muelle sentada,
balancea y salpica
el agua con sus pies.
Todo compone una
sublime sinfonía
en esta plácida tarde
de canícula y
el sol refleja
esplendentes órbitas
en el sendero perpetuo
del agua mansa,
la brisa se levanta
y algunas hojas
emprenden un efímero vuelo.
Es el verano que nos
inunda de causalidad.