En la noche oscura, sin
luz ni luna,
fueron llevados al
paredón de muerte,
los republicanos que
lucharon con coraje,
por la libertad y la
igualdad en la nación.
Fusilados sin piedad,
sin juicio ni razón,
por aquellos que
impusieron su tiranía,
y silenciaron la voz de
la libertad,
que se alzaba en las
calles con pasión.
Sus cuerpos yacen en
fosas comunes,
sin nombre ni lápida que
los recuerde,
solo el dolor de sus
familias queda.
Pero su lucha no fue
estéril,
su memoria vive en sus linajes.
Los robles de sus
corazones
esparcieron semillas
de ejemplo que hasta hoy
nos guían.
Y nacieron nuevos robles
de su savia dormida
alzándose hacia el azul
celeste que nos mira.
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