En los puentes arcaicos
las piedras ya no cantan
su viejo cantar
al paso del río.
Las palomas de la Paz
son prostituidas
en millones de fotogramas
en aras del recreo.
La yerba de la ausencia
ha crecido hasta cubrir
mis ajadas andalias.
Y el camino sigue
imperturbable
sin preguntar acaso
si mis pies llagados
quieren seguir
esta senda oscura
o quieren arraigarse
expuestos
al sol de la primavera
que se presiente
en este viento gélido
amenazante de
aguaceros infinitos.
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