Anoche no pude dormir,
daba vueltas en mi confortable y cálido edredón de plumas de oca...
pensando que era una madre palestina,
que trataba de abrazar a mis hijos para darles mi calor,
entregar la sangre blanca de mis pechos
para calmarles el hambre y cantando
quedas canciones para amortiguar su miedo.
Cuando miles de niños elevan su mirada al cielo
y ven brillar luces de palmeras
multicolores y truenos festivos de polvora...
los míos ven luces mortales
de bombas de racimo que taen muerte y
desolación a sus casas sin paredes.
¡Bombas de racimo!
¿Quien osa proclamarse padre de tales engendros? ¿
Que retorcida mente enferma pudo crearlas?
¿Pensó cuantas vidas segadas quedarían tras su explosión? ¿
Cuantos "daños colaterales" podría provocar?
Daba vueltas y más vueltas en mi cálido edredón de plumas de oca...
Y seguía siendo una madre palestina
que vivía en la ciudad de Ghazza
y veía a mis hijos morir de hambre,
de frío, de miedo...
por la explosión de una bomba,
el ametreallar de un arma...
¿Quien llegó a creerse la historia de David y Goliat?
¿Quien puede creer que se combate igual
con armas modernas preparadas
para matar durante la noche,
que con piedras lanzadas por el brazo de un niño?
Y no podía dormir dando vueltas en mi cálido edredón de plumas de oca...
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