Una tarde entró un guardia y pensé que venía a recogerme cómo todas las noches y me puse de pié, no tardé en darme cuenta de que no venía sólo, le acompañaba un cura con sotana blanca y una gran cruz roja bordada en el centro.
-Esa.- Dijo señalando hacía mí.- La bruja joven.
-.Lo siento- Dijo el guarda, me caes bien pero este es mi trabajo y no me puedo negar a cumplirlo, te aconsejo que declares todo lo que quiera el monje y te librarás del tormento. De la muerte en la hoguera no te puede salvar nadie, pero no es preciso que sufras más de la cuenta.
El terror agarrotaba mi cuerpo y me llevaba a rastras. Llegamos a una sala circular con muchos aparatos que ni de lejos podía imaginar para que se utilizaban.
Había más personas en la sala, atadas con grilletes en las paredes, su estado era paupérrimo y la sangre y el sudor se mezclaban por sus cuerpos lacerados.
A mí me ataron al potro por cadenas en las manos y los pies.
- Al fin te tengo en mis manos.- Dijo el monje.- Sé que has hechizado a todos los guardias, pero eso no te vale conmigo. ¡Confiesa perra! O de lo contrario te vas a arrepentir de haber nacido.
-.Yo no he hecho nada.- Dije con voz débil. – Yo no he hecho daño a nadie en mi vida. ¡Suélteme por Dios!
-.No blasfemes bruja y deja a Dios en paz. Yo te arrancaré la verdad. Me vas a decir todos tus convenios con Satanás.
A partir de ese momento viví en un continuo alarido, de vez en cuando perdía el conocimiento y aprovechaban para echarme un balde de agua helada para recuperar la consciencia.
Debí de confesar todo cuanto quiso el monje pues al cabo de un tiempo se limitó a coger un hierro candente y marcarme en la frente la letra del demonio:
“S”
Después me llevaron en un carro a una plaza donde habían levantado una pira con un poste en el centro. Me ataron fuertemente al poste y prendieron fuego a la pira.
Recé a Dios para que se tratara de una pesadilla y que despertara en mis amados montes. Se lo pedí con todo el fervor de mi inocencia mancillada.
Antes de que el humo me impidiera respirar grité con todas mis fuerzas:
¡Satanás! Si por tu nombre he de morir, justo es que me salves y condenes a quienes me matan siendo inocente. ¡Sálvame! Y te juro que te adoraré para siempre.
¡Ha sido un incendio horroroso!
Los bomberos han tardado diez horas en apagarlo
-¡Que horror!- dijo otro de los mirones.
-¿Ha muerto alguien?
- ¡Todos han muerto!
-Todos no, se ha salvado una chiquilla de dos años, pobrecilla. Tiene una horrible quemadura en la frente. Parece una “S” marcada a fuego.
Y esta es mi historia, han pasado los años y vivo muy feliz sirviendo a mi Señor Satanás y no me falta de nada y soy muy feliz, atrás quedan los recuerdos de aquella vida en que fui condenada por bruja sin serlo.
Ja, ja, ja……..
F I N
domingo
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