jueves

Cuenta el soldado

 



Lo hallé con la vista perdida

sentado en un banco

a la orilla de un parque.

Entre sus piernas, el petate

en la cabeza la gorra calada

y una luz triste

en su abstracción,

la espalda encorvada

con desaliento en el alma.

Me senté a su lado

le saludé la mañana

nada me dijo,

no volvió la mirada.

Después de un momento

principió el verbo:

De mi tierra lejana,

traigo el recuerdo

en forma de aroma;

de mi madre

la ternura;

de mi padre el mensaje;

del amor de mis amores

la nostalgia

la sombra de un abrazo

y el titilar de unos besos

en los labios.

¿Qué hago en estas tierras

que no amo?

¿Qué me pueden enseñar

para trabajar el campo?

¿Cómo se puede amar

entre armas y escudos?

Si para amar ya me basta

con una piel y unos labios.

 

 

 

 


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