Monstruosos asoman los fantasmas que trae el sueño,
cuando la mente enfebrecida, en el albor de la mañana,
despierta al cuerpo vestido de cielo,
cubriéndolo con traje de húmedo brillo,
y se yergue delirante, abandonando el refugio
del tálamo que lo resguarda.
Viendo en el espejo
el reflejo de una cara incierta,
que no siendo ni hombre ni mujer,
muestra una faz atormentada y
sonríe desde el otro lado,
preguntando sardónico
¿no me reconoces?
Este eres tú….
1 comentario:
Holaaaaaaaaaaa ya pesqué tu blog para visitarte.
Que cierto muchas veces no nos reconocemos a nosotros mismos, estupendas letras.
Me alegro ver tu blog y ver en foto compañeros de letras de muchos años.
Un abrazo grande.
Rocío
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